PENSAMIENTO DISRUPTIVO
Índice de Contenido
1. Pensar de forma disruptiva
Albert Einstein, físico reconocido mundialmente, decía que hacer las cosas de la misma manera no permite obtener resultados distintos. Hacer las cosas como hasta ahora se han hecho, decía, lleva a resultados similares y, por lo tanto, si estos no son correctos, no podremos escapar de la posibilidad de cometer el mismo error. Tenía claro que, para crear algo diferente, tenía que pensar diferente; tenía que huir de los clichés para obtener resultados diferentes e innovadores. Este concepto es cada vez más habitual en el mundo empresarial. Los inventos innovadores han requerido un pensamiento disruptivo para romper dogmas y clichés, y poder así desarrollar productos y servicios realmente innovadores que han cambiado muchos de los paradigmas de los consumidores y han creado, en varios casos, nuevas formas de satisfacer necesidades que eran impensables años atrás.
La tecnología, en este caso, ha tenido un papel muy importante: las redes sociales y la era digital nos han proporcionado un nuevo mundo en el que pequeñas empresas han llegado a competir directamente con las grandes corporaciones. Jóvenes emprendedores han conseguido lo que antaño era muy complicado: crear empresas que en pocos meses tienen valores millonarios.
El caso más sonado es el de Facebook, de Mark Zuckerberg, un joven estudiante que creó no solo una red social, sino también una nueva forma de comunicarse, de llegar a las personas y de generar redes de cooperación (networking).
Cada día aparecen nuevos productos y servicios que rompen las reglas establecidas por utilizar el pensamiento disruptivo como actitud y metodología de generación de ideas. Obviamente, este ejercicio no es sencillo, puesto que tenemos demasiada predisposición esa pensar dentro de los límites de lo que conocemos y, como decía Einstein, hacer las cosas de la misma manera. Pensar de forma disruptiva requiere justamente lo contrario, no dar nada por habitual y escapar de la lógica que hasta ahora nos ha limitado. Desde que el hombre nace, las normas y la educación constituyen, en cierta manera, su forma de pensar y la forma de resolver los problemas. Se puede decir que el ser humano crece dentro de una caja cuyos límites son establecidos por lo conocido, por lo que sí entendemos y por lo que asumimos como la manera correcta, por ser la habitual y la que hemos observado una y otra vez. Al igual que un pez tiene los límites de su pecera para moverse, nosotros tenemos los límites del pensamiento y de lo que nuestro entorno nos ha enseñado como lo normal, lo habitual y lo razonable.
Algunos ejemplos:
a) En un experimento en el que se introdujeron nuevos límites dentro de una pecera, cuatro paredes de cristal que redujeron el espacio de movimiento de un pez, se encontró que, tras retirar los nuevos cristales, el pez no se movía fuera de los límites aprendidos. Incluso cuando tenía que ir por comida, no salió de los límites y murió de hambre. Este experimento explica, en cierta manera, un comportamiento habitual en los seres vivos: “no nos arriesgamos con facilidad a salir de nuestra zona conocida”.
b) En los negocios pasa algo similar, nos cuesta pensar que los productos y servicios pueden ser de otra manera, que los canales de venta pueden cambiar, que se puede tener un producto que sea gratuito para los usuarios y se pueda ganar dinero de otra manera; por ejemplo, pensar en WhatsApp, Facebook o Google.
Las reglas cambian, volvemos a aprender y nos acostumbramos a las nuevas situaciones y a las pensar que los productos y servicios pueden ser de otra manera, que los canales de venta pueden cambiar, que se puede tener un producto que sea gratuito para los usuarios y se pueda ganar dinero de otra manera; por ejemplo, pensar en WhatsApp, Facebook o Google.
Las reglas cambian, volvemos a aprender y nos acostumbramos a las nuevas situaciones y a las nuevas formas. El pensamiento disruptivo pretende explorar estas nuevas formas antes de que se conozcan. Y la palabra explorar es precisa, ya que se trata de adentrarse en lo desconocido, se trata de salir de la caja, entrar en zonas de inseguridad y utilizar nuevas herramientas.
Obviamente, esto no es cómodo, ya que nos deja en una situación frágil y riesgosa en la que nos moveremos con cierta torpeza e incomodidad. ¡Pero este es justamente el primer paradigma que hay que derribar! Es en esta zona donde más aprenderemos, donde más podemos crecer, nuevas formas. El pensamiento disruptivo pretende explorar estas nuevas formas antes de que se conozcan. Y la palabra explorar es precisa, ya que se trata de adentrarse en lo desconocido, se trata de salir de la caja, entrar en zonas de inseguridad y utilizar nuevas herramientas. Obviamente, esto no es cómodo, ya que nos deja en una situación frágil y riesgosa en la que nos moveremos con cierta torpeza e incomodidad. ¡Pero este es justamente el primer paradigma que hay que derribar! Es en esta zona donde más aprenderemos, donde más podemos crecer, mejorar y ampliar nuestros horizontes. No hay nada que temer, ya que al enfrentar lo desconocido aprendemos cosas nuevas. Es la misma sensación que tiene la primera vez un estudiante universitario: evoluciona, aprende cosas que no sabía y se sumerge en el mar del conocimiento.
Es justamente en la zona de incertidumbre donde podemos hacer magia, esperar resultados espectaculares y triunfar con nuestro producto o servicio innovador e incluso si no sucede lo que esperamos, habremos aprendido mucho y estaremos mejor preparados para la siguiente experiencia. Es necesario entonces, dejar atrás los clichés y lo establecido.
2. La Innovación como objeto
El pensamiento disruptivo es el motor principal de la innovación. Y si el resultado de esta es atractivo para el consumidor, factible (se puede hacer) y viable (ganamos dinero), se convierte en un negocio basado en un modelo innovador. Pero ¿qué entendemos por innovar? Innovar es anticiparse al futuro, diseñar enfocados en las tendencias de los consumidores y usuarios, aprovechar las oportunidades para crear algo nuevo, satisfacer necesidades de una forma diferente y mejor, crear nuevos mercados sin importar la incertidumbre, atreverse a cambiar una industria y, por qué no, un país. Esto no quiere decir solamente crear algo nuevo, pues podemos ser innovadores en cualquier parte de nuestro modelo de negocio.
Por ejemplo, podemos implementar un nuevo canal de venta que hasta la fecha no se ha utilizado, una nueva forma de dar servicio a nuestros clientes (como hizo Interbank con sus nuevas oficinas), una nueva forma de monetizar, etc. Hay lugar para innovar en muchos de los cuadrantes de nuestro modelo de negocio. Y existen también varios niveles de innovación en la relación entre la oferta y el cliente.
2.1. Tipos de Innovación
2.1.1. Innovación incremental
La innovación radica en la mejora de los materiales y el incremento del valor a través de la producción, incluso sin modificar su usabilidad. Por ejemplo, desde que se inventó la rueda, ha incrementado su valor con nuevos y más accesibles formatos y materiales, pero su uso sigue siendo el mismo.
2.1.2. Innovación evolutiva
Este tipo de innovación consiste en implementar nuevas ofertas para clientes actuales u ofertas actuales para nuevos clientes. Cuando se trata de nuevos clientes, el enfoque es normalmente en el factor usabilidad. La evolución del producto abre el mercado para un segmento que antes no lo usaba y que ahora lo encuentra atractivo por sus nuevas funciones o características. Un buen ejemplo de ello son los teléfonos celulares que, al incorporar cada tiempo nuevas funciones (mail, internet, Facebook, Skype, mensajería instantánea, etc.), son usados por segmentos distintos y novedosos.
2.1.3. Innovación radical
Esta es la forma de pensamiento más disruptivo porque supone un cambio brusco. Se trata de hacer algo nuevo para un segmento nuevo. Es la mayor expresión de innovación y también la más compleja porque el riesgo, en este caso, es muy elevado. Sin embargo, las empresas destinan aproximadamente un 10% de sus inversiones en I+D (Investigación y Desarrollo), en este tipo de innovación para generar nuevos productos para nuevos clientes y, así, aprender y generar innovación evolutiva o incremental.
Concentrarse en innovación radical, mediante el pensamiento disruptivo, nos lleva a generar también niveles de innovación evolutiva e incremental. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la Fórmula 1 (automóviles), cuyos diseños y aplicaciones en los vehículos de carreras mediante inversiones y desarrollos radicales se implementan al final en los vehículos comerciales.
3. ¿Cómo generar ideas disruptivas?
Son varios los factores que influyen en la producción de ideas disruptivas, pero siempre se debe empezar por la actitud.
3.1. Mentalidad
Un factor muy importante para generar ideas es la actitud de creer que uno puede marcar la diferencia. Sin la convicción básica y seguridad que otorga esta actitud, no se puede pensar de forma disruptiva. Tampoco se podría “desaprender” lo aprendido o, como dice un proverbio chino, “vaciar el vaso de la mente para llenarlo con cosas nuevas”. Para ello, se deben aceptar las equivocaciones y asumirlas como una lección que permitirá reincorporar lo aprendido a la idea inicial.
3.2. Colaboración
La base de generar nuevas ideas y aceptar que hay cosas que se desconocen, se relaciona con la aceptación del conocimiento y de los puntos de vista de otras personas. La colaboración con nuestros colegas de trabajo es necesaria, asimismo, con la de nuestros clientes, pues se debe experimentar con ellos para adecuar los nuevos productos o servicios a sus necesidades y expectativas.
3.3. Personas
Los clientes para los cuales se desarrollan los productos o servicios, son claves para el pensamiento disruptivo. Es un proceso centrado en las personas, ya que para que un producto o servicio sea atractivo, se deben probar los probables resultados con los usuarios. Se trata de conocer detalladamente aquellos aspectos que los consumidores valoran para que esté validado por las mismas personas que lo usarán y pueda ser desarrollado.
3.4. Experimental
Es necesario experimentar con los usuarios. Esto permitirá no solo validar las ideas que se proponen sino además realizar el encaje problema-solución, o sea, que un producto o servicio solvente de forma satisfactoria un problema o necesidad. La experimentación hace descubrir los errores para aprender e implementar las modificaciones convenientes para mejorar y evolucionar. Hay muchas formas de experimentar, pero las mejores son aquellas que permiten analizar la interacción de los clientes con las propuestas de productos para poder evaluar su usabilidad.
3.5. Optimista
La generación de ideas a través del pensamiento disruptivo es un proceso eminentemente optimista. Primero, porque es divertido, ya que con la colaboración se aprenden cosas nuevas. Por otro lado, es emocionante generar productos y servicios innovadores, tener la convicción de que se puede hacer, la motivación para hacerlo y la predisposición para afrontar. Explorar la zona de riesgo es siempre emocionante, ya que es allí donde las ideas pueden crecer y generar espectaculares impactos en la sociedad, sea cual sea su nivel. Y para eso, se necesita ser optimistas.